Rafael Michelini, la última vida del gato- por Benjamín Beltrán

 



Como es sabido, el secretario político del Frente Amplió, Rafael Michelini, fue eyectado de su cargo apenas unas horas después de los exabruptos vertidos en un reportaje en Caras y Caretas, el semanario militante de izquierda.

Michelini, como se sabe, amenazo con aglomeraciones en distintos barrios de Montevideo y la posterior represión de la policía, en su intento de recolectar firmas para convocar a un referéndum contra la Ley de Urgente Consideración aprobada por la coalición de gobierno. Recordemos que Uruguay está pasando por la segunda ola de contagios del COVID-19 y se exhorta a bajar la movilidad y se prohíben las aglomeraciones.

Desesperado al ver que la iniciativa murió antes de nacer, y sin el apoyo de muchos grupos políticos afines, Michelini no dudó en subirse al Titanic, junto a las organizaciones sindicales uruguayas, a sabiendas de que se estaba violando la Constitución.

Para Michelini, violar la Constitución es un simple trámite. Su partido ignoró dos referéndums a favor de mantener la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado y por la vía parlamentaria y haciendo uso de la mayoría que tenia su partido ignoró los mismos. En sus habituales disparates en esa oportunidad argumentó que una decisión del Parlamento estaba por encima de cualquier decisión del soberano.

Sus propios compañeros, enterados del exabrupto no demoraron en criticarlo diciendo que no lo apoyaban. Fue la gota que desbordó el vaso, cansados del protagonismo y los disparates que día a día aparecían en la prensa local y en las redes.

Solo lo defendieron el ex Vicepresidente y Ministro de Economía, Danilo Astori, quien fuera uno de los líderes de Frente Amplio y que hoy no tiene ningún poder en la estructura partidaria. Apenas si pudo mantener su banca en el senado en las últimas elecciones de 2019. Astori fue socio de Michelini en el Frente Liber Seregni, donándole en las últimas tres elecciones los votos necesarios para mantener su banca. El otro defensor fue el desprestigiado periodista y dueño de varios medios, el argentino Federico Fasano. El apoyo de Fasano, obviamente, no le sirvió para nada.

Michelini sobrevivió en la política por más de 40 años. Mentiroso contumaz, con escaso nivel cultural y nulos aportes, solo se ocupó de mantener un perfil alto. Muchos periodistas lo convocaban; algunos por lograr un titular en sus disparatadas declaraciones. Otros, aprovechaban el llamado canje: información por promoción.


Al retorno de la democracia, Hugo Batalla, quien fuera gran amigo y correligionario de su padre, lo inició en la vida política. Primero fue legislador departamental, donde se destacó por vender los vales de nafta que le correspondían por su cargo. Asimismo, varios aportes para el grupo político que debía ir a recibir, terminaban en su bolsillo.

Luego llego al Parlamento, Primero diputado y luego senador. Dicen sus entonces asesores que la primera medida fue acercarle un profesor de secundaria que le diera un curso exprés sobre capitales departamentales, límites territoriales y fechas patrias entre otras cosas.

Su principal y destacada decisión fue la de traicionar a su padrino político, fundando en agosto de 1994 el Nuevo Espacio, su actual grupo político. En su primera participación electoral logró una excelente votación, quizás por como había presentado su campaña con feroces críticas a Tabaré Vázquez, quien fuera luego dos veces presidente, momento en que paso a convertirse en su principal defensor y admirador.

Ya en las elecciones de 1999 su caudal electoral bajo notoriamente aunque pudo mantener su banca. Tras ello, y contra los consejos de muchas personas, decidió volver al Frente Amplio. O sea subirse al Titanic. Mientras él estaba convencido de que en pocos años iba a convertirse en el candidato presidencial, las principales figuras del FA comentaban por lo bajo que llegaba solo por el apellido y los votos que generaba. Dicen que fue su madre quien lo convenció de cambiar de bando. Tanto ella como alguno de sus hermanos, han sido el soporte de su carrera política a lo largo de los años.

El caudal electoral de Michelini, desde ese momento, comenzó a caer en picada libre. Igual, gracias a la cooperativa de votos, junto a otros grupos como el de Astori, o el ex vicepresidente Rodolfo Nin, le permitieron permanecer  tres periodos más en el Parlamento. Perdió su banca en las últimas elecciones luego de, otra vez, traicionar a sus socios, tratando de asociarse, por detrás, con un líder político del interior que no era del agrado de ellos.

El bono de tres períodos en el Parlamento tuvo varios puntos altos: su vínculo con redes de máquinas tragamonedas  junto a su amigo intimo y entonces Director de Casinos Javier Chá, un balazo nunca aclarado y el recuerdo a las madres uruguayas cuando en plena sesión y a micrófono abierto experto un “se van todos a la c de la m”. Aunque la frutilla de la torta fue un programa televisivo donde quedó en evidencia que era un mentiroso total, demostrándoselas  incluso en faltar a la verdad en la propia Justicia.

Durante los 15 años de gobierno vio además como todos los grupos políticos del FA integraban el gabinete o accedían a cargos de importancia, mientras el desde el Senado se convertía en el hazme reír de la política uruguaya.

Quiso ser Ministro de Transporte y Obras Publicas, embajador en Argentina y hasta vicepresidente luego de la renuncia de Raúl Sendic. Siempre recibió como respuesta un no rotundo. Tanto de Tabaré Vázquez como de José Mujica.

En todo ese tiempo fue gastando sus vidas. Mucho más de las siete que tiene un gato. Ya sin su banca, el actual Presidente del FA, Javier Miranda, lo nombró Secretario Político. Era la quinta opción luego de que recibiera la negativa de quienes les había ofrecido previamente el cargo. Para Michelini fue su revivir. Perfil alto, vuelta a las primeras planas. Su ambición lo llevó hasta pretender convertirse en el próximo Presidente de su partido político.

Se volcó a los grupos más de izquierda y se convirtió en su portavoz y también del PIT-CNT que vieron la persona ideal para dar la cara en el fallido proyecto del referéndum. Se reunió con la vice presidenta y hasta pretendió coordinar acciones con el Ministro del Interior.

Pero en pocas horas y sin imaginarlo paso de la euforia al despido. Fue su última Michelinada. Es que este "gato de iglesia", como se lo conoce en el ambiente político, gastó su última vida. A lo largo de su carrera tuvo muchísimas más que las siete vidas felinas. Pensó que eran interminables. En política, dicen, no hay muertos. Solo heridos graves. Aunque Rafael Michelini, si bien era un cadáver político se las arreglaba para seguir viviendo del Estado y tener cierta visibilidad gracias a "periodistas" compañeros que varias veces dejaban picando pelotas llenas de humo.

Ahora, Rafael deberá de volver al llamo, quizás terminar secundaria, tornero en la UTU o una jubilación adelantada cuyos aportes fueron justamente los de parlamentario. 

Benjamín Beltrán

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