#Venezuela Quince “femicidios” en tiempos de represión violenta de la oposición – por María Celsa Rodríguez
#Venezuela Quince “femicidios” en tiempos de represión violenta de la oposición – por María Celsa Rodríguez
Tras cincuenta y tres días completos de protestas, la dictadura venezolana y el G2 cubano son responsables de la muerte de 54 ciudadanos, entre los que se cuentan 15 mujeres, y más de 800 heridos en manos de la represión violenta. Llama poderosamente la atención que pese a ser mujeres valientes que han muerto al salir a defender sus derechos como ciudadanas, ningún medio del mundo haya descripto la situación utilizando la hoy en día habitual expresión “femicidios”. ¿Será que ésto evidencia el claro origen político de tan frecuente y sesgado recurso periodístico?
Las feminazis dicen que han puesto pie firme en su lucha contra la violencia hacia las mujeres como un tema obligado en la agendas políticas, reclamando tales derechos de igualdad con el hombre mediante actos de violencia y exhibiciones de bizarra desnudez, en los que a través de cánticos insultantes reclaman soluciones al tema de la violencia de género. Sin embargo aún no hemos escuchado a estos supuestos “colectivos feministas” levantar la voz contra el régimen de Maduro donde las mujeres son agredidas y asesinadas a la vista de todos los medios del mundo. Al parecer, para las feminazis eso no es un femicidio.
Y no es que maltratar o acabar con la vida de una mujer no sea cuestionable, sino que en realidad lo que es cuestionable es maltratar o acabar con la vida de cualquier individuo, más allá de su género. Al parecer, según las feminazis, femicidios son sólo los que ocurren en la esfera doméstica, como si el umbral de la puerta de una casa fuese la soberanía única en que la violencia se ejerce con rudeza hasta llegar a la muerte. ¿Acaso hay mucha diferencia entre que una mujer sea violada, golpeada y/o asesinada por un hombre con quien tenga relación o no, con lo que les ocurre diariamente a las mujeres en las calles de cada día más ciudades de Venezuela?. ¿Hay mucha diferencia cuando los esbirros del régimen chavista las gasifican, las golpean, las arrollan con sus tanquetas o les disparan un tiro en la cabeza?. ¿Acaso sus cuerpos desangrándose sobre la acera no merecen el mismo grito de reclamo que los de aquellas que fueron violentadas y asesinadas por un hombre en otros países? ¿Por qué ese silencio colectivo pone a las feminazis al margen del mismo flagelo que su lucha supuestamente reclama?.
Curiosamente la violencia de la cultura islámica hacia las mujeres tampoco parece moverles un sólo pelo a las feminazis, que hacen la vista gorda ante estos hechos y concentran selectivamente su supuesta lucha por el “ni una menos” privilegiando situaciones basadas en sus intereses ideológicos. Mientras las feminazis exponen su circo revolucionario y violento, cientos de mujeres siguen muriendo, resultando heridas y bañando con su sangre las calles de aquellos países del mundo en los que sus dictaduras promueven la barbarie y el terror por la simple ambición de mantenerse en el poder.
Las feminazis, que normalmente operan fuera de las reglas diseñadas por las tradición occidental y republicana, es decir violando las costumbres y la civilización que heredamos de nuestros ancestros, tampoco parecen reconocer que en Venezuela, han sido unos pocos que desde la corrupción y la ineficiencia extremas han destruido el país. Es por eso que en Venezuela las mujeres pasan hambre, deben hacer interminables colas que duran horas y hasta días para conseguir unos cuantos alimentos básicos, muriendo algunas de cansancio, sed y dolor en el intento. Hay mujeres que padecen enfermedades crónicas pero que no reciben el tratamiento recomendado al no conseguir las medicinas prescriptas. Mujeres ancianas que se consumen sin recibir ayuda y niñas que no tienen acceso a leche ni pañales. El índice de mortalidad infantil en Venezuela es equivalente hoy al de un país en guerra, según explican los analistas sanitarios. El resultado es que hemos sido testigos de niñas recién nacidas en cajas de cartón, y decenas que no superan los 4 meses de vida en Venezuela.
Hoy en día las mujeres venezolanas piensan que tener hijos es un gran desafío por la referida emergencia sanitaria que atraviesa su país y por los enormes problemas económicos que enfrenta. La tasa de inflación estimada para 2017 por el FMI es del 2200% anual, lo que hace extremadamente costoso estar sanas para gestar y luego alimentar, cuidar y educar a esas niñas, por este motivo muchas jóvenes en su desesperación han visto a la esterilización como una solución. En el Estado de Miranda se cuentan más de 500 mujeres en lista de espera para ser esterilizadas, mientras que en una clínica estatal de Concepción Palacio hay más de 300, calculando un ritmo promedio de 40 esterilizaciones por día. En resumidas cuentas, observamos una aniquilación lenta del género femenino en Venezuela que parece no ser observado por las feminazis ni por los medios del mundo que optan por ver sólo una parte del conflicto.
Y una se pregunta ¿Por qué tanta hipocresía?. Porque los puntos de vista de las feminazis están sesgados en favor de la filosofía marxista-leninista diseñada por el Castrismo y basadas en las propuestas de autores tales como Herbert Marcuse, Franz Fanón y Michel Foucault. Pudiendo encontrar algunas de sus excusas en el libro “Eros y Civilización” en el que Marcuse explica que las revoluciones y su desarrollo se fortalecen desde un oleaje de revueltas que se van diversificando y energizando las áreas marginales de la sociedad. Ya que para él “la dominación tiene su propia estética y la dominación democrática tiene su estética democrática”. Entonces, la estética de la autoproclamada revolución bolivariana cuenta con la complicidad del colectivo feminazi. Fanón agrega que “en toda sociedad y en toda colectividad existe, debe existir, un canal, una puerta de salida por donde puedan liberarse las energías acumuladas en forma de agresividad”. Esto quiere decir que el autor nos propone que veamos a la violencia en las calles de Venezuela como tan sólo una forma de liberación. Por ello, las feminazis no reconocen estos hechos como femicidios, ni se inmutan por la violencia que el régimen ejerce sobre las mujeres hasta conducirlas hacia su aniquilación. Porque el suyo es un esquema diseñado por una izquierda tóxica que garantiza como modelo a seguir al socialismo del siglo XXI. Por eso a ellos, todo les está permitido.
* María Celsa Rodríguez Mercado es abogada, investigadora y analista de políticas públicas de Fundación HACER.
Lamentable situación.
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