Ayer un muy ponderado Henrique Capriles presentó
un conjunto de propuestas económicas urgentes para atender la grave crisis
económica que viven los venezolanos. La tarea no fue sencilla. A pesar de que
la asistencia de los reporteros a la rueda de prensa era significativa, la
mayoría de los periódicos nacionales y televisoras en señal abierta le restaron
importancia, cuando no la obviaron.
Lo
que iniciando el día generó gran revuelo llegando a posicionarse entre las
primeras tendencias de Twitter y levantando expectativas en todos los sectores
de la oposición y del oficialismo, al final de la tarde terminó opacado. ¿Por
qué? La relevante dirigente política María Corina Machado informó que la ContraloríaGeneral de la República le había impuesto una inhabilitación política por lospróximos 12 meses. Como era de esperarse, los medios de comunicación voltearon
la mirada ante la desgracia de esta diputada defenestrada de su curul en el
pasado y las reacciones ante lo sucedido coparon la palestra.
Vale
preguntarse: ¿es mera coincidencia que justo el día en que Henrique Capriles le
expone a la nación (y le exige al gobierno) una serie de decisiones pertinentes
y viables para “llegar hasta diciembre”, sea cuando la Contraloría envíe un oficio
a la diputada Machado para que se dé por enterada de que no volverá, por lo
menos en la próxima legislatura, de haber elecciones, a la Asamblea Nacional?
Creo que no. En buena medida al gobierno le resulta positivo que del lado
opositor se piense que estos hechos se desarrollaron el mismo día por
cuestiones de azar o que uno tiene menos importancia que el otro, pues lo mismo
ha sucedido con la muerte, tortura, desaparición, cárcel y represión a los
sectores estudiantiles, la aprehensión de ciertos dirigentes políticos clave y
la persecución a otros que han realizado denuncias de gran calibre que
desmontan el mensaje de austeridad, humildad y sencillez que el socialismo ha
intentado propagar.
No
obstante, a pesar de la estruendosa noticia de la inhabilitación a la diputada
Machado, diversos economistas y opinadores de oposición mostraron sus
“profundas” diferencias con las propuestas del gobernador del estado Miranda.
Se ocuparon más de criticar la iniciativa del plan “para llegar a diciembre”,
como lo denominó Capriles, que de enfocar sus energías en algún otro aspecto.
En pocas palabras, condenaron a otra víctima de la crisis, no a los generadores
del problema. A todas estas: ¿qué propuso Henrique Capriles como soluciones de
emergencia para un país convulsionado por todos los costados? Veamos:
1.) Ajuste salarial lineal del 50% para la recuperación del ingreso de
los trabajadores.
2.) 250 millones de dólares para un fondo de útiles escolares para
atender el regreso a clases del mes de septiembre y beneficiar a nueve millones
de estudiantes.
3.) Detener la impresión de billetes de baja denominación: el material
cuesta más que lo que representa.
4.) Devolver las empresas expropiadas a sus dueños.
5.) Campaña de motivación al personal de 293 empresas expropiadas y 14
conglomerados de producción nacional para reactivar lo hecho en Venezuela.
6.) Replantear convenios con países que reciben precios preferenciales
por el suministro de petróleo.
Antes de
finalizar su exposición manifestó que estas propuestas se habían elaborado con
el concierto de un grupo de economistas venezolanos. Explicó cosas simples, de
fácil entendimiento para el ciudadano común: con un millón de dólares destinado
a la producción nacional de alimentos se pueden obtener 2,6 millones de kilos
contra 0,56 de los que se obtienen por medio de importaciones; la inflación
puede cerrar en 200% en diciembre; 2015 es el año de mayor pobreza en los
últimos tres lustros; no es fácil levantar el control de cambio en el corto
plazo. ¿De dónde saldrían estos recursos? En el marco del plan, el dinero para
atender la contingencia de la producción nacional proviene de los más de 9500
millones de dólares que adeudan los diferentes convenios que Venezuela tiene
con países afiliados a Petrocaribe, un cifra por demás relevante para
reimpulsar el sector industrial y atenuar la escasez en los rubros principales:
alimentos, medicinas y repuestos de vehículos.
Henrique
Capriles usó un lenguaje sencillo. Sin mayores adornos expresó una serie de
argumentos que el venezolano en general comprende. Ya de por si la frase con la
que titularon los pocos medios que recogieron la información es digerible,
sugerente y poco fantasiosa: “para llegar a diciembre”. Los ataques contra esta
iniciativa priorizaron lo teóricamente correcto por encima de lo políticamente
práctico, y aunque ciertamente la crisis que vive Venezuela es gracias a la
improvisación, el empirismo y la falta de conocimiento de sus gobernantes, es
momento de audacia frente a la desesperanza y la angustia que vive la gente.
Los economistas manifestaron que tales o cuales ecuaciones hacían imposibles
algunas de estas medidas, prevaleciendo todo lo difícil de digerir por encima del
sentimiento de fracaso nacional: aumento de la gasolina, incremento general de precios,
liberación del control de cambio, etc. Si bien es cierto que los correctivos estructurales
para reencausar el país a estas alturas no dejan de ser traumáticos, no es
menos cierto que los culpables de esta situación están en el gobierno, no en la
oposición.
¿Quién es el
enemigo? ¿Capriles y su plan o el gobierno y su crisis? ¿La presentación de
estas propuestas “para llegar a diciembre” obliga su aplicación por parte de un
gobierno que se ha burlado de todas las recomendaciones hechas por amigos y
contrarios? La miopía de quienes se han dado la tarea de publicar sus
“profundas” reservas con esta iniciativa deja claro que la oposición sigue sin
unirse en un plan común. Arremeter contra una propuesta particular de su ex
candidato presidencial, gobernador en ejercicio y uno de los referentes que
aparece con un porcentaje apreciable de aceptación nacional en los estudios de
opinión, aun cuando hoy en día existan otros perfiles muy importantes que
igualmente han desarrollado actividades individuales como el líder Leopoldo
López o el gobernador Henry Falcón, independientemente del más o menos apoyo
que hayan recibido de la ciudadanía, demuestra la falta de coherencia y
seriedad que existe en el lado adverso al gobierno, cosa que el chavismo celebra,
difunde y potencia.
Este plan ha
sido entregado a la Mesa de la Unidad para que lo observe y revise. Es cuestión
de audacia, esa palabra necesaria para salir del atolladero que nos afecta a
todos por igual.
Sería una
insensatez no decir que el chavismo desde su ascenso al poder ha manejado la
agenda política del país imponiendo una infinidad de eventos que buscan
mantener a todos ocupados en la opinión y la discusión sobre las mil y un
formas en que se ha debido abordar tal o cual situación, en vez de ejecutar una
agenda propia, alternativa al proyecto gobernante. Es por eso que como se ha
manifestado hasta la saciedad, al gobierno de Maduro le genera dividendos el
que la oposición no acuerde una agenda unitaria
de activismo (con una Tarjeta Única, por ejemplo) en vez de ocuparse de
lo que debe ser su foco indiscutible: las elecciones parlamentarias
Cada vez que la
oposición exhibe sus diferencias internas, el gobierno gana. Cada vez que las
posiciones divergentes en el seno de la MUD permean la opinión pública, el
gobierno gana. Cada vez que la “candidaturitis” se hace la norma para
demostrarle al país que los acuerdos vía consenso en la MUD siempre dejan
problemas, las más de las veces irreconciliables, el gobierno gana. Cada vez
que aparece una tercera, cuarta o quinta vía, iluminada, sabionda,
predestinada, el gobierno gana. Cada vez que la oposición no cierra filas para
apoyar a sus diferentes partidos o dirigentes por desacuerdos programáticos aun
cuando en el fondo persigan los mismos objetivos, el gobierno gana. Y ante esta
situación, ¿qué han hecho muchos de los que se dicen opositores pero cuya
necesidad personal priva sobre el interés nacional? Seguir errando.
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