Hace unos años,
el FA levantó entre sus inquebrantables banderas la candidatura única a la
Presidencia y a las Intendencias como una cuestión cuasi moral. Los que
atentaban contra este principio auto postulado, supuestamente eran los Partidos
Tradicionales, quienes desarrollaban en su interna la confluencia de varias
vertientes autónomas aunadas finalmente
por un mismo lema Partidario. El devenir histórico ayudó a que naturalmente
convivieran vertientes ideológicas expresadas en Sectores o grupos políticos,
que de alguna manera expresaban diferentes improntas dadas, o bien por sus
líderes, o bien por una expresión ideológica a veces con asiento latinoamericano
y otras con sustento mundial.
La izquierda de
origen marxista en su comienzo no comprendía como podían convivir “Doctores y
Caudillos”, “Conservadores y progresistas”, en el seno de los Partidos
fundacionales. Ese hecho era mirado con desconfianza, porque la sucesión de
elecciones les seguía otorgando el Gobierno Nacional, mientras que la ortodoxia
ideológica intentaba despegar en las preferencias con muchas dificultades y con
poco éxito.
Las disputas
dentro del Partido Colorado y Nacional, eran finalmente dirimidas en las urnas,
las que ponían a cada cual en el rol para ejercer el Gobierno en unos casos, y
para integrarlo de manera minoritaria o ejerciendo al mismo tiempo la oposición
en otros. En todo caso, la unión se daba
en el ejercicio del Gobierno, donde los problemas y su dilucidación ameritaban
grandes ejercicios de transacción política.
El caso del
Partido Colorado era especial, porque fruto de una profunda revolución
democrática y civilista, Batlle y Ordóñez logró establecer que el eje de las
decisiones políticas se realizaran a través de una construcción colectiva que
seguía un proceso lógico de discusión en el seno de los órganos del Partido
Político. De esa manera la tarea gubernamental tenía fuerte apoyo y sustento en
las políticas definidas previamente por el Partido. Eso provocaba que el grado
de fricción en el Gobierno luego fuera menor entre sus integrantes.
El tiempo fue
pasando y la prédica del novel conglomerado de izquierdas se empezó hacer
sentir hacia 1971. La izquierda de raíz marxista logró amalgamarse con grupos
de otras vertientes ideológicas como los demócratas cristianos o grupos
escindidos de los Partidos Tradicionales. Uno de los factores aglutinantes para
grupos tan disimiles fue la candidatura única. En aquella elección el Gral (R)Liber Seregni, de origen Colorado, logró unificar lo que durante décadas estuvo
desunido. Fue el candidato que se puso por encima de los sectores y sus
intereses, pues se mantuvo alejado de la posibilidad de ser electo para
integrar el Parlamento Nacional.
De ahí en más,
la candidatura única pasó a ser AXIOMA
para el Frente Amplio. Mientras tanto los Partidos Tradicionales seguían
mostrando una diversidad en su interior, apoyados en la existencia de varios
sectores, con sus liderazgos marcados, y sobre todo con la posibilidad de que
cada uno podía postularse a la Presidencia de la República, ante la posibilidad
que otorgaba el doble voto simultáneo (se votaba al Presidenciable y al mismo
tiempo al Lema Partidario).
Esta diversidad
les permitía desplegar una oferta muy variada ante la opinión pública, quienes
podían elegir dentro de un mismo Partido, vertientes ideológicas que
recorrieran todo el espinel –desde una izquierda democrática, pasando por la
centro izquierda con impronta social, un centro consolidado que equilibraba, y
hasta un puntero bien definido por la derecha. Esto los aproximaba a la concepción
de Partido “Catch all”, donde todos estaban integrados.
El FA entendía
que esto era uno de los factores por los cuales no podía vencer en las urnas,
por lo que se dedicó a elevar al punto de AXIOMA
MORAL la candidatura única. Aquellos que no
lo cumplían eran seres inmorales que engañaban a la gente, puesto que muchas
veces salía Presidente aquél que no había conseguido la mayor cantidad de
sufragios comparados con las candidaturas individuales de los otros lemas
partidarios.
En algún momento
los Partidos Tradicionales comenzaron a sentir el peso de los reclamos en
ascenso. Las situaciones económicas que no colmaban las expectativas de la
gente a pesar de un notorio avance en las cuentas públicas, en los equilibrios
macroeconómicos y en los estándares de vida, sumado a una crítica machacona y
destructiva del Frente, fueron poniendo en tela de juicio muchas cosas, entre
ellas las reglas electorales.
En 1996,
transacción mediante, decidimos cambiar las reglas de juego, y con ellas borrar
parte de nuestra identidad como Partido diverso que se unía en la acción de
Gobierno bajo el tamiz de los grandes valores que por agregación aluvional
fuimos adquiriendo a lo largo de la historia. Un Partido nutrido por la
corrientes inmigratorias europeas, por los criollos locales, por una clase
media fuerte y pujante que daba posibilidad de ascenso, por las clases
populares que sentían al Partido Colorado como su escudo y su esperanza, por un
empresariado pujante que integraba y no agredía dividiendo…todo a cambio de
seguir un AXIOMA que no nos era propio, ya que no formaba parte de nuestra
esencia.
Decidimos
encorsetarnos ideológicamente para gusto y beneplácito de un Frente Amplio que
cosechaba su diversidad en su interna, sin reparar de la importancia de su
candidato, ya que cada uno tenía su vida autónoma desde el inicio y no estaba
dispuesto a claudicar de ella.
Hoy el Partido
Colorado enfrenta problemas estructurales, que en principio no permiten la
diversidad en la unidad. Es que nos hemos acostumbrado a seguir básicamente los
mismos lineamientos sin percibir que el árbol da más sombra cuantas más ramas
crezcan, y más alta sea su copa.
Aquel AXIOMA tan
defendido, y elevado a la condición de dogma moral por el FA ya no lo es tal,
porque en estos días se concretó la posibilidad de ir con varias candidaturas a
la Intendencia Departamental de Montevideo, cosa impensable hace algunos años,
aunque ya realizado en los Departamentos del Interior en anteriores elecciones.
El AXIOMA ahora es otro. Ganar a como dé lugar para
conservar el poder, por el poder mismo. Y mientras
tanto, los colorados, seguimos sintiendo vergüenza de lo que somos. Una
construcción histórica y política, que reconocía las diferencias, las
presentaba honestamente ante la opinión pública, que luego buscaba los
mecanismos de consenso bajo el manto de las decisiones partidarias que seguían
un mismo programa de Gobierno, basadas en los valores de siempre, cargados de
una fibra emotiva dada por una historia sin igual.
Ha quedado
demostrado que algunos nunca hicieron de
esto una cuestión de principios y sí de oportunidad y conveniencia, mientras
que otros decidimos tomarlo como propio cuando jamás nos perteneció. Sería
bueno que aprendiéramos la lección; es hora que reconstruyamos nuestro futuro.
Enlaces:
Foto de Ruben Jorge Castro Latorre
Diputado electo por el Partido Colorado
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