En
esta columna trataremos de explicar en parte, el porqué del arraigo
social e ineludible victoria de los movimientos políticos
identificados popularmente como “de izquierda” en América latina
después
de la caída del Muro
de Berlín.
Integrantes
del Foro de Sao Pablo, cuando
se cera este solo el Partido Comunista de Cuba estaba en el poder,
hoy la realidad es otra.
Si
analizamos el mapa político posterior a los distintos regímenes de
facto de los países que hoy gobierna un nuevo progresismo
latinoamericano, podemos ver un mismo proceso en el cual de gobiernos
“de
derecha”
con el pasar de los años se fue debilitando el modelo cultural y
político establecido; surgiendo a posteriori formas de gobernar
mucho mas estatistas e intervencionistas, donde el modelo económico
se ha mantenido pero a su vez la
fortaleza estatal ha aumentado y las libertades individuales han
sido sutilmente aminoradas. Un
ejemplo claro
es la
Venezuela chavista.
Adolfo
Rivero Caro, el periodista, y ex prisionero político cubano ,
señala que ese país está viviendo una proceso en el que lentamente
se establece un estado totalitario, tal cual sucedió en la cuba de
mediados del siglo pasado. Y añade “Chávez
quiere copiar el modelo cubano de total reorganización
administrativa, pretende eliminar los gobiernos (electos) municipales
y regionales y sustituirlos por nuevas entidades 'bolivarianas'
que
estarían controladas por una comisión central presidida por Chávez.
Con el mismo objetivo está pensando suprimir los actuales límites
territoriales entre los estados y crear nuevos estados con nuevos
nombres, lo mismo que hizo Castro”
Esta
situación que paulatinamente se ha venido gestando no denota una
crítica social fuerte, que logre en regímenes democráticos cambiar
este proceso, las bases sociales siguen siendo afines, a
este proceso,
por más que los cambios los perjudiquen directamente.
¿Será
que la gente no ve lo que sucede con sus libertades?, ¿que no les
importa?
El
“sentido
común”
proviene de los ámbitos sociales y culturales donde se forma la
moral de las personas. En ella ocupa un lugar de gran importancia
el lenguaje y analizándolo podemos descubrir quienes dominan
justamente, el sentido común. Los términos que usamos para definir
las cosas y el significado que le damos, la carga “positiva”
o “negativa”
que le otorgamos a un término marcara la cultura predominante en una
sociedad. Es en base a esto que un grupo de intelectuales referentes
y legitimados, imponen en el resto un sistema de significados y
símbolos propios definiendo como es y cómo se debe estar en el
mundo. Un ejemplo claro de esto es la carga negativa atribuida a la
“derecha”
y la carga positiva que tiene el término “izquierda”
en estas sociedades. Parecería que ser de derecha es ser “facho”
o “pitúco”.
Esto
se transmite en los ámbitos específicos donde se difunde y
enseña,
se intenta crear un modo de pensar en el pueblo mediante el sistema
educativo , sistema religioso , formas de expresión social y medios
de comunicación, a quienes se los conoce como canales
de la sociedad civil.
Con estas instituciones educan a los demás, para que
conciban ese sometimiento como natural, esos términos como propios.
La revolución
cultural se da cuando estas ideas toman al poder político por parte
de sus intelectuales. Su receta es conquistar el mundo de las ideas
para que sean las ideas del mundo. Este proceso comenzó en forma
sigilosa en oposición al poder político establecido en su momento.
La oposición silenciosa fue cultural, tomando la educación y
organizaciones sociales populares. Mimetizarse con el pueblo, tomando
su lenguaje y costumbres, apoyando consignas sensibles como la
defensa de la tierra en america latina. El
periodo anterior
se distinguió por el extractivismo, es decir el centrar las
economías nacionales alrededor de la exportación de materias
primas, y los grupos reivindicativos de la ecología se alinearon con
esta nueva oposición que en el discurso le era afín, aunque como
dice Ignacio Sabbatella catedrático de la Universidad de Buenos
Aires, “
Hoy día, por ejemplo, los mega emprendimientos de minería a cielo
abierto se multiplican por decenas pese a las consecuencias negativas
para el medio ambiente y la salud de las poblaciones aledañas. La
soja transgénica sigue ampliando su frontera, a costa de poner en
riesgo la soberanía alimentaria nacional y a costa de la
contaminación con agroquímicos.”
Lo
cual nos da la imagen que las actividades extractivas y la
exportación de materia prima continúan como antes, pero hoy son
justificadas con un discurso progresista.
La estrategia para
no dejar en evidencia estas contradicciones es degradar a los
opositores y situarlos como enemigos, como sucede con el “Grupo
Clarín”
en Argentina, y su limitación de acción gracias a la nueva ley de
medios, que busca reforzar el vinculo estado-medios de comunicación,
limitando por supuesto la libertad e independencia de prensa de los
medios privados.
Entonces, se irá
reforzando el aumento poderío estatal con el fuerte trabajo social y
cultural en las bases de opinión populares, la universidad gesta las
mentes y los comunicadores del mañana , y los sindicatos como la
central obrera boliviana, o el PIT CNT en Uruguay, siempre serán
escuchados por el cumulo de trabajadores, estos actores sociales son
puntos fuertes en la revolución cultural, y son vitales para
disminuir los focos opositores, por lo que la hegemonía se plasma
y fomenta en todo tipo de artes y expresiones sociales, que trabajan
indirectamente para perpetuar el dominio sobre el poder social de
estos intelectuales, ubicados detrás del telón de los movimientos
políticos mencionados al comienzo.
Andrés Massaroni
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